La tecnología no se considera un factor decisivo a la hora de cambiar de empleo

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La alta demanda laboral relacionada con las tecnologías, la creciente implantación del teletrabajo, así como la falta de formación previa sobre su uso, están directamente relacionadas con la aparición de ansiedad, estrés y malestar a la hora de utilizar cualquier tipo de tecnología, desarrollando actitudes negativas hacia las mismas.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han incorporado al mundo laboral como una herramienta para mejorar el rendimiento, la productividad y competitividad, así como una vía de comunicación. No obstante, no es un factor decisivo a la hora de escoger un empleo tal y como señalan los datos del estudio Cigna 360 Wellbeing Survey 2022, donde se refleja que más de la mitad de los trabajadores en activo no escogería un nuevo empleo basándose en el uso de nuevas tecnologías y procesos de digitalización de una empresa.

Y es que, a pesar de que la mayor parte de la población que utiliza Internet considera que las nuevas tecnologías pueden conllevar beneficios a la sociedad, en términos generales, una de cada cuatro personas rechaza la utilización y el aprendizaje de las nuevas tecnologías debido a un uso incorrecto, siendo mayor el rechazo entre las mujeres, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). Este uso incorrecto unido a la alta demanda laboral relacionadas con las tecnologías, la creciente implantación del teletrabajo y las formaciones y reuniones telemáticas, así como la falta de formación previa sobre su uso están directamente relacionadas con la aparición de ansiedad, estrés, malestar o alto nivel de activación psicofisiológica a la hora de utilizar cualquier tipo de tecnología, desarrollando actitudes negativas hacia las mismas.

El origen del tecnoestrés se encuentra en un desajuste entre la necesidad de usar las TIC en el puesto de trabajo y los recursos disponibles para cubrirlas y realizar las tareas laborales (competencias digitales, disponibilidad de dispositivos o acceso a Internet), tal y como recoge el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST).

Existen dos tipos de tecnoestrés: la tecnoansiedad (provocada por la sensación de ansiedad, estrés o fatiga por la necesidad de tener que usar TIC o aprender su funcionamiento) y la tecnoadicción (utilización constante de las TIC e imposibilidad de desconexión). Respecto a la primera, más del 71% de la población española considera que el uso inadecuado de las tecnologías genera situaciones de ansiedad o estrés, en base a un estudio del ONTSI. Por otro lado, el mismo estudio muestra que los jóvenes entre 16 y 25 años tienen mayor riesgo de desarrollar algún tipo de adicción tecnológica.